Aprendí a protegerme y defender mi ser, construyendo un mundo interior como esa concha que simboliza mi resguardo. Es ahí en donde encuentro refugio, paz y la esencia de mi ser más íntimo.
Mi amor por la naturaleza, especialmente por las plantas, y los animales, así como la atracción innata hacia el agua y sus cauces revelan la danza mística entre mi alma y los elementos. El agua, con su voz misteriosa, me habla en un lenguaje especial, ofreciéndome protección y una conexión única con la esencia de la vida.
En gran parte me siento identificada con la imagen erguida de Venus sobre la concha, arraigada en la tierra y tocada por la magia de los elementos. Mi historia, que contiene experiencias muy fuertes y dolorosas en mi infancia, me obliga a replegarme sobre mi misma para crecer y dejarme envolver por esta especie de útero que me contiene y me protege.
La mía es una historia tejida entre inocencia, protección, amor, crueldad, crecimiento y dolor… pero siempre pudiendo recurrir a ese espacio para cobijarme..
Aun así, experimento la vida como un poema romántico que resuena con la belleza y la conexión divina entre el ser humano y el mundo que nos rodea, y como Venus, se donde debo recurrir para protegerme y para crecer..