Hace algunos años en un viaje con mis amigas, íbamos camino a un restaurante. Pero nuestro rumbo se desvió, y llegamos de casualidad a un anticuario muy escondido. La curiosidad nos llevó a explorar, y entramos en ese lugar lleno de piezas milenarias cargadas de historias y emociones. Mi ojos paseaban deslumbrados entre estos objetos históricos, y maletas antiguas polvorientas.
Fue en ese momento cuando vi el contorno de un rostro tallado en bronce. Un ojo y un aro de estrella se asomaban tímidamente. Parecía ser Hera, diosa del cielo y las estrellas de la mitología griega, y hermana de Zeus. Pregunté al señor del anticuario qué era eso.
Con cuidado, comenzó a desenterrar la imagen y nos contó que era un recuerdo de su hermana. Había sido creado por ella y conservaba el molde original. Aquella pieza era muy preciada para él, y luego de harto conversar me vendió con mucho cariño este antiguo objeto.
Después del viaje, me dirigí a un restaurador en el Parque Los Reyes, que conocí hace muchos años. Elegimos un marco de madera antiquísimo que requería restauración. Luego, compré una gamuza aterciopelada en tono beige, que acogería la imagen… Mi intención era enmarcarla para que coronara la chimenea francesa del siglo XII que está en el showroom, una adquisición antigua que había hecho en aquel mismo parque tiempo atrás.